Ensayo realizado a partir de la pregunta ¿Para qué educamos hoy? Cap. 1. La metamorfosis de la educación. Augusto Pérez Lindo
Mayra Barraza
El fenómeno educativo es complejo, dada las circunstancias en las que se ha desarrollado y los cambios que ha sufrido a lo largo del tiempo, sobre todo en los procesos de enseñanza-aprendizaje y la incorporación de nuevos métodos que se ajusten a los retos del mundo globalizado.
El autor señala una serie de cambios y cuestionamientos a los cuales se tiene que enfrentar la educación en la época actual, dando inicio con una pregunta muy particular, pero pertinente ¿Para qué educamos hoy? Creo que pueden existir diversas perspectivas pero coincidir en el gran valor que la educación otorga a la formación de ciudadanos libres, que se asuman como sujetos individuales, pero también como sujetos sociales capaces de trabajar en equipo y alcanzar objetivos en común.
Las implicaciones que los nuevos cambios imprimen en la educación estarán mediadas por la política educativa que se desarrolle, en esta transición en la búsqueda de un nuevo paradigma educativo será necesario contemplar con detenimiento los pros y contras que los nuevos mecanismos exigen, estamos hablando de la educación no formal, educación virtual, educación para adultos, educación a lo largo de la vida; sin duda estas modalidades requieren de adecuaciones para desarrollarse y habrá que valorar el impacto que este tipo de políticas generan en la formación de nuevos ciudadanos con el enfoque de competencias.
Se tiene que dejar de pensar en la educación como una alternativa de tener la “producción” de un ejército que será útil para alimentar a las empresas, sino por el contrario, la educación debe ser vista desde la perspectiva transformadora de educar para la libertad, tal como lo señala Freire en su método de alfabetización.
Sin duda, existen competencias básicas que hay que reforzar, como lo son: lecto-escritura, cálculo matemático y resolución de problemas, expresión escrita, análisis del entorno social, uso de la TICs y trabajo en equipo, que llegan a ser equivalentes a los cuatro pilares que maneja Delors:
1. Aprender a conocer
2. Aprender a hacer
3. Aprender a vivir juntos, aprender a vivir con los demás
4. Aprender a ser
Es necesario volver la mirada y darnos cuenta que las personas no pueden seguir siendo tratadas como máquinas y dentro de un sistema conductista, por el contrario la transición a las sociedades del conocimiento nos exige cada día que consideremos la capacitación de recursos humanos altamente calificados, y si bien, el llamarles recursos seguirá en debate, la nueva concepción apuesta por el talento humano; reflexionando nos damos cuenta que los valores también comienzan a ser parte de las competencias requeridas en este nuevo paradigma.
Por otra parte, la explosión de información que se señala tiene que ver directamente con una de las funciones de la universidad, la producción de conocimiento y no sólo información, aunque esto nos conduce a otra cuestión, ¿La internet reduce la brecha digital?, según los señalamientos de la lectura las desigualdades y la pobreza seguirán existiendo mientras no se le otorgue la atención necesaria.
La globalización ha tenido efectos notorios en los procesos educativos, hoy en día los niños desarrollan otro tipo de competencias, predominantemente en el área informática, y es entonces cuando nos referimos a un cambio en la edad mental donde nos enfrentamos a situaciones como la que señala el autor: niños que empiezan a aprender a los tres años o antes y personas adultas que asisten a instituciones educativas a los 70 u 80 años.
Es necesario dejar de percibir la educación para adultos como práctica compensatoria dentro del sistema educativo, por el contrario debe ser un medio trascendental para expandir el desarrollo formativo de nuestro país y el desarrollo humano sustentable, constituyéndose como un aspecto que contribuye a una calidad educativa integral y sistémica.
Por ello, se requiere que el personal que labora en esta área tenga mayor capacitación, existan mayores recursos para infraestructura y cobertura, suponiendo alcanzar mayor eficiencia.
En ese sentido se entiende el desarrollo sustentable como el proceso permanente de ampliación de capacidades y libertades que permite a todos los mexicanos tener una vida digna sin comprometer el patrimonio de las generaciones futuras, y basado en cuatro pilares: el económico, el social, el ambiental y, en algunas ocasiones, el institucional, destacando las interacciones entre todos éstos.
Dadas estas circunstancias, la UNESCO en 1996 sugiere que “la educación durante toda la vida se presenta como una de las llaves de acceso al siglo XXI”. Esta noción va más allá de la distinción tradicional entre educación básica y educación permanente, y responde al reto de un mundo que cambia rápidamente, donde el énfasis en la adquisición de competencias que maximicen las capacidades cognitivas y reflexivas serán el centro de atención.
Durante el paso por la universidad se adquirirán competencias, estas deben ser transversales y tener toques de las problemáticas que aquejan a la sociedad, tal como la multiculturalidad, la equidad social, liderazgo, emprendurismo, etcétera, esto en aras de una inserción laboral más exitosa.
Recordemos que una de las partes fundamentales de las instituciones lo conforman la sociedad, en ella radica la importancia de formar ciudadanos críticos y comprometidos con su nación, para que puedan colaborar en el desarrollo del País de manera activa, de esta manera Pérez (2009) señala que “la educación “pública” tiene un compromiso con el conocimiento científico en la medida en que está sujeta a la crítica epistemológica y a la evaluación institucional” (p. 15).
Edgar Morín en su obra Educar en la era planetaria, habla de hacer despertar la sociedad-mundo, con esto se refiere al proceso de internacionalismo, incluyendo a la Nación, y más que tomarla como infraestructura, costumbres o demás, lo describe como un apego a ella, un sentido de pertenencia el cual pueda mantener unidas a las sociedades.
Otra de las cuestiones relevantes a tratar es el cambio de rol docente-alumno, al tomar de referencia los modelos virtuales donde se pretende que el alumno desarrolle habilidades tecnológicas, búsqueda de información y primordialmente el desarrollo de la autogestión, como se puede percibir puede existir la posibilidad de “aislar” irónicamente al estudiante en un mundo de información, y descuidar las relaciones sociales, que en los modelos tradicionales suelen ser lazos más estrechos.
La finalidad de la propuesta didáctica tiene que ver con el cumplimiento de objetivos, la problematización de la educación es una opción a considerar para despertar conciencia en los ciudadanos, pienso que puede existir una mezcla entre lo teórico y práctico, sin hacer que la balanza se incline por alguno de los extremos, culminando en la adquisición de aprendizajes significativos que permitan al estudiante desarrollar sus competencias. Bien lo señalaban Leonardo Da Vinci y Albert Einstein: “sin teoría no hay experiencia”.
Uno de los mayores retos que enfrentará la universidad será la gestión del conocimiento, más aún cuando la relación Estado-universidad está enmarcada en el contexto de políticas de evaluación y acreditación debido a la pérdida de confianza a las universidades, en este sentido “la gestión del conocimiento para el desarrollo implica articular el Estado, las demandas sociales y la economía con el potencial educativo y científico de cada país” (p. 24)
Tal como lo señala Pérez en el texto, la educación tiene misiones políticas, sociales y culturales que destacan su aparente voluntarismo. Pero, en su funcionamiento los sistemas educativos precisan de técnicas administrativas, gerenciales, organizacionales que subrayan los aspectos impersonales de la burocracia y las estructuras, por lo tanto, todos los cambios previstos estarán enmarcados en esas estructuras y habrá casos donde haya intereses políticos de por medio que “obstaculicen” las decisiones de las grandes transformaciones educativas.
Morín (2003) nos habla de las grandes transformaciones que sufren las sociedades en todos los aspectos, cultura, política, economía, religión; a pesar de ello, es importante recalcar que la necesidad de educar en la era planetaria es una función que debe realizarse con amor, pasión y entrega teniendo como esperanza alcanzar una tierra-patria algún día.
La educación debe fortalecer el respeto por las culturas, y comprender que ellas son imperfectas en sí mismas, como lo es el ser humano. La educación tendrá que facilitar la percepción y la crítica de la falsa racionalidad de la política.
Al final, todas las acciones realizadas por la educación pretenden enriquecer y mantener una sociedad en la que las desigualdades mundialistas no sean tan distantes, y forjar un estilo de vida que no demerite la calidad de la misma, por lo cual, la educación llega a convertirse en uno de los aspectos más importantes pero como tal, la responsabilidad que recae sobre ella es enorme, al tener que salvaguardar la autonomía de la Nación, al mismo tiempo de promover una sociedad-mundo.
A manera de conclusión, debemos reflexionar acerca de todo lo que implica realizar cambios en la educación, de los nuevos ciudadanos que se quieren formar y para qué, crear un sistema que se complemente entre las bondades de los viejos sistemas y la innovación.
Es por ello, que la teoría de la educación trabaja con la hipótesis de otro ser humano posible, el cual permee por la adaptación a los cambios dentro de su entorno, es necesario desaprender para volver aprender y reflexionar a partir de la experiencia.
Referencias
Marúm-Espinosa, E., & Reynoso-Cantú, E. (2014). La importancia de la educación no formal para el desarrollo humano sustentable en México. Revista Iberoamericana de Educación Superior, 5(12). Recuperado de http://ries.universia.net/index.php/ries/article/view/444
Morin, E., Ciurana, E. R., & Motta, R. D. (2003). Educar en la era planetaria. Barcelona: Gedisa.
Pérez Lindo, A. (2010). ¿Para qué educamos hoy? Filosofía de la educación para un nuevo mundo. Buenos Aires. Biblos.